ESTADOS DE ÁNIMO II


   Un nuevo día comienza, una mañana serena y tranquila, de brisa suave y fresca que acerca las nubes grisáceas y bajas a aquellas altas y violáceas, a aquellas de rostro sonrojado que miran con agrado el despertar de los humanos y se maravillan expectantes con el agradable cantar de las aves que le dan la bienvenida a este nuevo día.
   Los segundos pasan incontables, los minutos esperan pacientes su llegada y disfrutan plenamente su existencia pues en sesenta de los primeros morirán, pero mueren dichosos de haber formado parte de esta mañana.
   Las hojas de los árboles se menean galantes al emanar su aura revitalizante, visten su refrescante color armoniosamente para seducir a los ojos cautos y atentos; sus padres firmes, haciendo frente al frío que trae consigo aquella brisa que arrastra nubes.
   La ciudad despierta, los perros duermen aún, los autos comienzan a hacer ruido por doquier, la estela rosa del cielo va desapareciendo, y de a poco el etéreo manto azul del firmamento va apareciendo para abrazar al mundo hasta que la oscuridad lo arrope a él.

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